sábado, 14 de abril de 2018

DOS MÁS UNO, NO SON TRES I PARTE

DOS MÁS UNO, 
NO SON TRES
I PARTE


Sandra no se quejaba de la vida que le había tocado en suerte, ¡con las desgracias que hay en el mundo, no estoy tan mal! repetía una y otra vez, quizás en los momentos en los que más necesitaba a alguien, que le diese un poco de apoyo.

No es que Sandra estuviese sola, todo lo contrario, tampoco le faltaba trabajo, de hecho no tenía un mal empleo, disfrutaba de una buena posición, que se ganó con mucho esfuerzo y horas de sueño perdidas dedicadas al estudio.

Ese necesitado apoyo, no lo podía recibir de nadie, por que no podía, o eso pensaba ella, no quería revelar su escondido secreto. Un amor imposible.... pues estaba enamorada de un hombre casado, el cual, junto con su mujer, formaban parte del grupo de sus amistades.

Por otra parte, la vida de Ernesto con su mujer, transcurría paralela a la de Sandra, vidas, que por momentos se cruzaban ocasionalmente, en los momentos en los cuales coincidían con los amigos.

Al igual que Sandra, Ernesto no había compartido con nadie sus sentimientos. Tras años de matrimonio, después de haber visto crecer y emanciparse a sus hijos, el amor que antaño le unía a su mujer, ya no era hoy en día más que algo del pasado, un pasado que recordaba con melancolía, echándose la culpa a si mismo del final de algo tan especial. No se podía explicar que había ocurrido y ese remordimiento le estaba  atormentando el alma.

Los fines de semana el grupo de amigos quedaban para disfrutar de su tiempo libre. 
Sandra, intentaba disimular el amor que sentía y Ernesto hacía algo semejante, fingía junto a su mujer, para que nadie se diese cuenta, que su relación sentimental estaba rota por su parte. Era para ellos dos, algo agotador emocionalmente.

Llegado un día, Ernesto asimiló que había llegado el final y después de darle muchas vueltas en su cabeza a la situación, decidió seguir cómo hasta ahora, disimulando. Dentro de la delicada situación sentimental, algo había ya superado, el complejo de culpabilidad.

La vida del matrimonio y de Sandra siguió igual hasta que, en una cena en casa de unos amigos en común, pasó algo, que ninguno de los dos nunca buscó, ni esperaba.
El trajín de platos entre la cocina y el salón tenía que pasar por un largo y estrecho pasillo, en repetidas ocasiones, se cruzaron Sandra y Ernesto llevando y trayendo cosas, levantando las manos para no tropezar y poniendo cara de circunstancias al tener que evitarse....

Sus miradas, en uno de los cruces de pasillo se encontraron, hubo un momento, en el cual sin querer, sus ojos coincidieron en lo que se les hizo una larga y sensual toma de contacto visual, un ligero escarceo que aunque breve, les hizo estremecer.

Desde entonces, en esa cena y en siguientes ocasiones, se buscaban de manera cómplice, una sonrisa a escondidas, el roce de un dedo al pasarse un plato o una mirada disimulada de reojo. 
De esta manera, casi inocente, sus contactos, fueron públicos, delante de todos, furtivos y cándidos, perpetrando un idilio, que verdaderamente, ni siquiera merecía la pena llevar ese calificativo.

El tiempo iba pasando y todo seguía igual, el matrimonio de Ernesto continuaba su farsa, ella, que nunca dejó de darse cuenta de la frialdad de la relación, intentaba sin éxito rescatarla, sin darse cuenta, que era cómo un náufrago que se agarra al último madero del barco, esperando una ayuda que nunca llegaría.

Mientras, sus vidas se convirtieron en un bucle repetitivo de desilusión y desesperanza,  paradójicamente, los dos, sólo encontraban refugio en las reuniones de amigos, dónde ella podía divertirse y olvidar y Ernesto ver a Sandra.

Sandra, esperaba que algún día Ernesto, se decidiera a dar un paso al frente, valientemente, haciendo realidad una relación que sólo existía en su mutua imaginación y anhelos. Su furtiva relación, se materializaba en público, pero a escondidas...... el contacto de una mano por detrás de la espalda en una foto de grupo o cuando le cedía el paso, abriéndole una puerta cortésmente, sólo para verla reír de cerca y seguirla detrás para poder oler su perfume.

De esta manera tan cobarde y desesperante, continuaron los tres sus vidas, cómo si algo les impidiese salir del atolladero sentimental en el que habían encallado, sin atreverse a hacer nada, cómo en un mal sueño en el cual estás en equilibrio en un precipicio y no te atreves a moverte por si caes. Una mala pesadilla de la cual no ves el momento de poder despertar.........