lunes, 26 de diciembre de 2016

EFÍMERO INSTANTE

EFÍMERO INSTANTE

Cada año, cómo siempre, en su recta final, se hace inevitable echar la vista atrás. Ese momento, ese instante en el que, al mirar el calendario, nos damos cuenta de lo rápido que pasó.

Cada cual, a su manera, hace balance de lo acontecido. Recordamos el caluroso aunque añorado verano, de noches al aire libre, con la brisa nocturna rozándonos el rostro y ese olor a mar que todo lo llenaba.


Recordamos la primavera, que nos regaló las flores, deseado tesoro, que aguardabamos durante el frío invierno y se recibe con la alegría de un sol, que desperezándose inicia un nuevo ciclo.


En ese instante, nos damos cuenta, que la vida pasa rápida, que el tiempo que se nos concede, no és más que un efímero episodio, un micro segundo, comparado con los millones de años, con los que el inmenso universo nos contempla.

De ésta manera, el tiempo nos demuestra lo humildes que debemos ser, nos hace caer en la cuenta de que no somos tan importantes cómo creemos y no somos tan grandes cómo pensamos. Que año tras año, década, siglo...... todo pasa, y sólo permanece la memoria.


De cada cual depende que esa memoria, esos recuerdos que dejaremos atrás, sirvan para que los que nos siguen, puedan estar orgullosos de nuestro efímero paso por la vida.

jueves, 8 de diciembre de 2016

QUE ME QUITEN LO "BAILAO"

QUE ME QUITEN
LO "BAILAO"

Al despertar de la operación Rodolfo se sentía agotado y molesto por los efectos de la anestesia. Todavía un poco mareado tuvo la visita del cirujano. Le comentó que la operación de la columna había salido bien, pero que tenía que pensar en la posibilidad de volver a sufrir alguna intervención más, si fuese necesario. Eso no le sorprendió, se lo esperaba, aunque su larga recuperación desde el accidente de moto, ya empezaba a resentir su característica fuerza de voluntad.

Un mes había pasado, desde el fatídico día en que se cayó con su querida motocicleta y casi se mata. Un largo mes de estancia en el hospital y de innumerables operaciones. Parecía que todo iba a mejor y en breve podría volver al hogar y comenzar la rehabilitación, cosa que le animaba, pero no lo suficiente para hacerle olvidar la pena que sentía.

Cuando despertó en la UCI, reconoció a su hermano, que con lágrimas en los ojos, le saludó y le dio un par de besos de alegría. Mientras estuvo en intensivos o en planta, sus padres y hermanos se fueron turnando para visitarlo y acompañarlo en su convalecencia.

No le faltó gente querida que se pasase a visitarlo y darle ánimos durante ese largo mes, pero por desgracia otros muchos no aparecieron. Amigos que él creía íntimos y algún que otro familiar que nunca imaginaría que le podrían fallar en un momento así.

No le parecía suficiente con mensajes de Whatsapp o Facebook, él quería tenerlos cerca, contarles cómo estaba y sentirse acompañado, en esos malos momentos, aunque fuese el poco rato permitido de la visita.

Eso mismo le confesó a Doña Maruja, su vecina viuda del tercero, un día que se sentía muy triste, pues echaba de menos a gente querida que no había pasado por el hospital en todo ese tiempo. No te preocupes hijo, le comentó Maruja, tu piensa en todos los que sí han venido a verte, y que se preocupan por ti, al resto ni caso, puede que no hayan podido o simplemente no les importas lo que tú creías. De todas maneras, ellos mismos se han retratado.

Rodolfo se sintió aliviado, gracias a su vecina, pudo ver el lado positivo de esas repetidas decepciones. También pudo descubrir que otras personas que no creía íntimas le habían demostrado gran afecto. Cómo Doña Maruja, varios compañeros de trabajo que sin tener gran relación se preocupaban de visitarlo a menudo, incluso un primo del pueblo, que a pesar de la distancia le visitaba todas las semanas.

Durante esa dura prueba, Rodolfo, pudo darse cuenta de lo frías que son las relaciones en redes sociales. Que aunque escribiendo, hablando o viendo fotos de amigos a diario, no disfrutaban en directo de su compañía y calor personal. Y por desgracia fue una lección de vida que se propuso no olvidar.

Desde entonces, dedicó más tiempo a disfrutar de la gente que quería y lo quería a él, intentando verlos lo máximo posible, organizando comidas o celebraciones. Donde poder, con muchos a la vez, saborear momentos agradables, sacando partido, de una vida que puede que no siempre sea todo lo larga o saludable que uno quisiera. Haciendo bueno el refrán de " que me quiten lo bailao ", aunque a menudo acabe sin poder evitarlo, rodando por internet un selfie grupal, recopilando decenas de " me gusta " de gente, que quizás nunca se acabe conociendo jamás.


sábado, 3 de diciembre de 2016

PARAÍSO PERDIDO

PARAÍSO PERDIDO

Juliana amaneció con la agenda cargada de tareas pendientes. La vida del autónomo no era fácil y tenía que lidiar día sí y día también con infinidad de asuntos que hacer aparte de atender su tienda.

Harta de ir de trabajo en trabajo basura, un día, ella y su marido, decidieron coger el traspaso por jubilación, de una tienda en su barrio. Removieron cielo y tierra para conseguir el dinero necesario y realizaron el maremágnum de papeleo, para poder hacerse cargo del negocio, su negocio, donde no le importaba, echarle las horas que hicieran falta para que saliese adelante.

Esa mañana tenía que recoger género, se levantó temprano y se fue al almacén de la empresa de transportes en el polígono. Iba pensando en las miles de cosas que tenía que hacer sin darse cuenta que había un control de radar a la salida de la ciudad. El agente de tráfico la paró y le comunicó que circulaba a 65 km/h, en un tramo estipulado en 50. Juliana resopló con cara de contrariedad y resignación a la vez.

Siguió camino hacia el polígono, de mal humor por culpa de la multa, pero intentando que eso no le amargase el día. En la empresa de transportes recogió el género y se dispuso a ir a la oficina de su gestor, para llevarle unas facturas, mientras, su marido estaría a punto de abrir la tienda.

Buenos días, dijo al entrar en la gestoría, aunque para ella, de momento no lo eran. ¿Que tal Juliana, cómo te va todo? Le preguntó Álvaro, su gestor. Pues oye, le contestó Juliana, no me quejo, después de los cuatro años que nos ha costado levantar el negocio, por fin, ya se van viendo frutos. Pero, me están quitando las ganas.

¿ Y eso ?, le preguntó Álvaro. Nada hijo, que encima de lo duro que es sacar todo para adelante, últimamente se me ponen al lado de la tienda unos cuantos vendedores "top manta" y me están quitando ventas. Estoy cabreadísima, y esta mañana yendo al almacén, me han puesto una multa de tráfico. La verdad, gracias por preocuparte, pero estoy que trino.

Vaya, lo siento. El caso es que tenía que decirte que el recurso que hicimos sobre las dos multas de la Agencia Tributaria que trajiste han sido desestimados y te tocará pagarlas. Rondan los mil Euros. En efecto tu antiguo gestor dejó de incluir una factura y presentó tarde una declaración negativa. Aunque no toque pagar, hay que presentarla también al final del trimestre sin falta.

La cara de Juliana se fue poniendo roja por segundos y volvió a resoplar. Mierda, exclamó y se llevó las manos a la cabeza. Tras unos segundos de asimilación, dijo, !bueno¡, Álvaro, que le vamos a hacer, pagaremos y ya está. Le entregó las facturas que llevaba y se marchó para la tienda cabizbaja.

De camino, pasaron por su cabeza decenas de pensamientos, eso la agotó más. La verdad es que éste año cogemos vacaciones, sí o sí, se dijo en voz alta para auto convencerse. Hace años que querían ir de viaje a un país ecuatorial, un precioso e idílico país, que le habían contado que era cómo un paraíso. !Goyo, necesitamos vacaciones¡. Le dijo a su marido con cara de cansancio al llegar.

Unos meses después,habían conseguido organizarse el trabajo en la tienda, dejaron a una empleada a cargo y se fueron de viaje de relax al trópico.
Fueron para ellos unos días fantásticos, en los que descansaron y visitaron preciosos parques naturales, volcanes y ruinas de una antigua civilización. Por fin unos días de relax, que les hicieron sentir felices.

En una de las excursiones, visitaron una plantación de café ubicada en una zona preciosa y con una inmensa casa colonial. Se quedaron con el grupo a comer en la hacienda y se sentaron en la mesa al lado del dueño. Disfrutaron de la comida típica y de una conversación agradable. Durante la charla, el propietario les confesó tristemente que tenía que irse a Estados Unidos con su hija que vivía allí. Tenían que operarla de urgencia, por lo cual había puesto en venta la plantación ya que necesitaba el dinero para  la intervención.

Le dieron ánimos y le desearon que fuese bien la operación. Sin dejar del todo la charla le preguntaron cuanto pedía por la hacienda. Les dijo que le urgía, que su precio rondaría el medio millón de Dólares, pero que la emergencia le obligaba a hacer una gran rebaja para que pudieran operar a su hija. ! Ahorita pido cien mil Dólares ¡ es lo mínimo que necesito para pagar la factura del hospital.

Juliana y Goyo se miraron en ese momento aunque no dijeron nada. Después de la comida hablaron entre ellos de la posibilidad de aprovechar y comprar la plantación de café, era una gran oportunidad al estar tan barata, le hacían un favor al dueño en su necesidad y podrían disfrutar todo el año de ese paraíso. Sin saber cómo, quizás enamorados de esa preciosa tierra, se decidieron a hacer la compra.

El dueño se puso muy contento, cuando volvieron a darle la noticia, abrió una botella de vino y brindaron por el trato. Esa noche se quedaron a dormir y el propietario avisó al Notario que tenía unos compradores.

Sin dilación, nuestros protagonistas avisaron a su banco de la operación y en dos días el Notario estaba en la hacienda para firmar la compra venta. Mientras hacía los preparativos y repasaba los DNI, Luciana y Goyo se miraban ilusionados, a la vez tampoco podían perder ojo de la preciosa casa y de las vistas que ofrecía desde sus grandes ventanales. De repente oyeron unos disparos a lo lejos y el trote de unos caballos. Eso extrañó y atemorizó a todos los presentes.

Salieron a la puerta de la casa y vieron acercarse un convoy de varios todo terrenos que encabezaba un par de decenas de jinetes. Llegaron delante de la casa y saludaron. Señores les informamos que el país ha sido "liberado", el "Ejercito Revolucionario del Pueblo" toma posesión de esta hacienda para ponerla al servicio de la Revolución. Los que lo deseen podrán trabajar en la plantación cobrando un sueldo justo. Para los no residentes, tendrán diez días para renovar el visado o volver a su país. Se quedaron todos de piedra y el dueño de la plantación no pudo evitar echarse a llorar.

En el avión nuestros protagonistas todavía estaban en shock. Dios mío, menos mal que llegaron antes de que comprásemos, le dijo Juliana a su marido acurrucada en su hombro, mientras, no pudo evitar que una lágrima resbalase por su mejilla. Bueno mujer, dijo Gregorio, pensemos en positivo, en España es muy duro tirar para adelante, nos cuesta horrores mantenernos a flote, pero bueno, a pesar de todo y de no ser el paraíso soñado de momento podemos estar tranquilos, que ese tipo de cosas no pasarán.
Eso espero Goyo, que siempre podamos estar tranquilos y que nadie venga en un futuro a quitarnos el fruto de nuestro esfuerzo.

Se sonrieron, besaron y acurrucaron cabeza con cabeza, respirando tranquilos, todo había pasado por fin y estaban a salvo. La vida seguiría para ellos, dura y lejos de su paraíso soñado, pero segura al fin y al cabo.