jueves, 8 de diciembre de 2016

QUE ME QUITEN LO "BAILAO"

QUE ME QUITEN
LO "BAILAO"

Al despertar de la operación Rodolfo se sentía agotado y molesto por los efectos de la anestesia. Todavía un poco mareado tuvo la visita del cirujano. Le comentó que la operación de la columna había salido bien, pero que tenía que pensar en la posibilidad de volver a sufrir alguna intervención más, si fuese necesario. Eso no le sorprendió, se lo esperaba, aunque su larga recuperación desde el accidente de moto, ya empezaba a resentir su característica fuerza de voluntad.

Un mes había pasado, desde el fatídico día en que se cayó con su querida motocicleta y casi se mata. Un largo mes de estancia en el hospital y de innumerables operaciones. Parecía que todo iba a mejor y en breve podría volver al hogar y comenzar la rehabilitación, cosa que le animaba, pero no lo suficiente para hacerle olvidar la pena que sentía.

Cuando despertó en la UCI, reconoció a su hermano, que con lágrimas en los ojos, le saludó y le dio un par de besos de alegría. Mientras estuvo en intensivos o en planta, sus padres y hermanos se fueron turnando para visitarlo y acompañarlo en su convalecencia.

No le faltó gente querida que se pasase a visitarlo y darle ánimos durante ese largo mes, pero por desgracia otros muchos no aparecieron. Amigos que él creía íntimos y algún que otro familiar que nunca imaginaría que le podrían fallar en un momento así.

No le parecía suficiente con mensajes de Whatsapp o Facebook, él quería tenerlos cerca, contarles cómo estaba y sentirse acompañado, en esos malos momentos, aunque fuese el poco rato permitido de la visita.

Eso mismo le confesó a Doña Maruja, su vecina viuda del tercero, un día que se sentía muy triste, pues echaba de menos a gente querida que no había pasado por el hospital en todo ese tiempo. No te preocupes hijo, le comentó Maruja, tu piensa en todos los que sí han venido a verte, y que se preocupan por ti, al resto ni caso, puede que no hayan podido o simplemente no les importas lo que tú creías. De todas maneras, ellos mismos se han retratado.

Rodolfo se sintió aliviado, gracias a su vecina, pudo ver el lado positivo de esas repetidas decepciones. También pudo descubrir que otras personas que no creía íntimas le habían demostrado gran afecto. Cómo Doña Maruja, varios compañeros de trabajo que sin tener gran relación se preocupaban de visitarlo a menudo, incluso un primo del pueblo, que a pesar de la distancia le visitaba todas las semanas.

Durante esa dura prueba, Rodolfo, pudo darse cuenta de lo frías que son las relaciones en redes sociales. Que aunque escribiendo, hablando o viendo fotos de amigos a diario, no disfrutaban en directo de su compañía y calor personal. Y por desgracia fue una lección de vida que se propuso no olvidar.

Desde entonces, dedicó más tiempo a disfrutar de la gente que quería y lo quería a él, intentando verlos lo máximo posible, organizando comidas o celebraciones. Donde poder, con muchos a la vez, saborear momentos agradables, sacando partido, de una vida que puede que no siempre sea todo lo larga o saludable que uno quisiera. Haciendo bueno el refrán de " que me quiten lo bailao ", aunque a menudo acabe sin poder evitarlo, rodando por internet un selfie grupal, recopilando decenas de " me gusta " de gente, que quizás nunca se acabe conociendo jamás.


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