miércoles, 2 de noviembre de 2016

NO SE PUEDE TENER TODO EN LA VIDA

NO SE PUEDE
TENER TODO EN LA VIDA

La vida en la aldea podía tener muchos calificativos, entre los cuales no estaban, fácil, divertida, agradecida y tampoco feliz. Así era la existencia de Altaira, que desde niña se sintió fuera de lugar, aunque no le faltaban amigos ni el calor del hogar familiar.

Inteligente y despierta, siempre se hacía preguntas, ¿ por qué tenemos que andar sobre barro en las calles cuando llueve? o ¿ por qué la aldea no dispone de iluminación pública?. Así ha sido siempre, le decían sus amigas y ella, que también nació inconformista, no lo entendía.

Altaira y su familia tenían una modesta explotación ganadera de vacas y cabras. Vendían leche y quesos en el pueblo cabecera de comarca. Después de la dura semana de trabajo iba con su padre y hermanos los sábados y domingos a vender su mercancía. Terminaba agotada, de una semana dura, pensando que, tenía que volver a madrugar el lunes para limpiar y dar de comer al ganado.

Altaira estaba a punto de cumplir 18 años y eso le hacía ilusión, su padre le dijo que para entonces le daría una sorpresa. Ese día le felicitó todo el mundo pues era muy querida. Por la tarde su padre llegó a casa con un joven de la aldea vecina y saludaron a toda la familia.

Hija mía, te traigo a Venancio, que hace tiempo te quería pedir en matrimonio, y ahora que ya eres mayor de edad, es el momento oportuno. Su madre y hermanos la felicitaron e hicieron una gran celebración. La sentaron al lado de Venancio y cenaron juntos.

Nuestra protagonista no recibió bien la noticia, no se hacía a la idea de casarse e irse a la aldea de Venancio, el chico estaba bien, incluso era guapo, pero no era lo que quería en ese momento, tampoco era lo que quería para ningún momento de su vida. No dijo nada, intentó sonreír durante la cena, pero su mente estaba lejos, muy lejos ya, de su presumible destino.

Por la mañana en la casa todo el mundo se puso en marcha,  era otra jornada de trabajo, pero no fue un día como otro cualquiera, descubrieron que Altaira había desaparecido dejando una nota.



La vida en la gran ciudad tampoco era sencilla, a las clases de Políticas en la universidad a distancia, Altaira añadía ocho horas diarias en un restaurante, pero le daba igual, estaba dando forma a su sueño, a una vida que se abría con un sin fin de posibilidades, que estaba segura podría conseguir.

Al cabo de un tiempo, conoció en el restaurante un chico de familia burguesa, con estudios y muy buena posición, aunque no excesivamente atractivo. Le propuso salir una tarde y ella aceptó, convirtiéndose en poco tiempo en novios.

La relación era perfecta y tenía el beneplácito  de la familia de su novio, también iba bien su carrera y el trabajo del restaurante. Muchas veces se acordó de Venancio, al que no volvió a ver las veces que visitaba a su familia. Ese chico guapo y fuerte, pero que era parte de un mundo al que Altaira ya no quería pertenecer.

Cuando se acordaba de ello, comparaba todo lo que ahora disfrutaba y lo que había dejado atrás, su actual pareja no era muy atractivo como Venancio, pero bueno, en realidad esa era la única pega. ¡ No siempre se puede tener todo en la vida! decía para sí, cada vez que rememoraba tiempos pasados.

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