miércoles, 2 de agosto de 2017

EVOLUCIÓN IMPERFECTA II PARTE

EVOLUCIÓN IMPERFECTA II PARTE

El fiel y entregado perro Labrador, estaba inmerso en un sueño. Rememoraba sus momentos de mayor éxito. Su antiguo dueño, le entrenó desde que era un cachorro jugando al Frisbee. Su pasión y entretenimiento preferido, de esa manera, jugando y compitiendo consiguieron ganar certámenes nacionales y obtener muy buenos resultados a nivel internacional. Fue para él, una época fabulosa.

Todo eso pasó, no hacía muchos años, pero ya lo recordaba cada vez más lejano. Al despertar en el suelo de la cocina, volvió al presente, y se sintió infeliz, cómo venía siendo habitual, de un tiempo a ésta parte.

Al rato, sus actuales dueños salieron de la habitación, para iniciar una nueva jornada, junto a ellos, con la cola en alto y cara de satisfacción, les acompañaba Zeus, el gato consentido. Apenas le dedicaron un leve saludo, lo primero que hizo Tamara, fue ponerle la lata de comida favorita de su mimado gato. Otra de tantas veces, en las cuales, Fidel se sintió, cómo que estaba de más.

Años antes, su anterior dueño, visitaba a su hermana y cuñado de vez en cuando. Con él, siempre iba Fidel, su entonces orgulloso campeón. Tamara y Ramón, eran padres noveles, su pequeña niña, era la alegría de la familia, en aquella época, todo iba a la perfección, pero, como a veces pasa en la vida, lo bueno no siempre dura lo que se quiere.

Desgraciadamente, la joven familia tuvo la mala suerte de perder a su hija en un accidente, un suceso que les sumió en una gran depresión.

Sus seres queridos se volcaron con ellos, en especial con Tamara, estaba tan afectada, que su estado de salud mental era muy delicado.

En las visitas de su hermano, lo único que le hacía reaccionar era el contacto con Fidel. El perro, intuyendo la inmensa tristeza de Tamara, le dedicaba todo tipo de carantoñas, lametones y juegos, que poco a poco, fueron ayudándola a sobre llevar, la carga de la pérdida de su hija.

Fidel sabía que su cariño le hacía mucho bien a la joven pareja, de manera que no dudó en dedicarles toda su atención. Su dueño les ofreció dejarlo una temporada con ellos, así les haría compañía a modo de terapia, una temporada, que se convirtió, en un cambio definitivo de hogar.

Fidel renunció a sus éxitos, viajes por todo el mundo, competiciones muy importantes, en definitiva lo que le hacía feliz. No por ello dejó de serlo, se adaptó de maravilla a su nueva familia y se entregó a ellos en cuerpo y alma sin esperar nada a cambio.

Ahora todo había cambiado, Tamara y Ramón, ya habían superado la pérdida, incluso estaban intentando concebir otro hijo, además, desde que Zeus se había escapado, sólo tenían tiempo para él. Fidel sintió de lleno la ingratitud humana, algo que nosotros aceptamos de mala gana, que soportamos, cómo parte de nuestra naturaleza, pero era algo incomprensible para él, algo que Fidel no lograba darle ningún posible sentido.

Un día, el hermano de Tamara les visitó, Fidel se alegró mucho, le seguía queriendo y echaba de menos.
La pareja le dió una gran noticia, esperaban un hijo, se abrazaron y celebraron efusivamente, algo que a nuestro protagonista no le pasó desapercibido.
Comieron, rieron y lloraron acompañados, a sus pies, de su fiel compañero, compartiendo juntos, su alegría.

A la hora de despedirse, en la puerta, ocurrió algo inesperado, Fidel había decidido, quizá por intuición, que el momento de volver con su dueño había llegado, no se separó de él e insistía cogiéndolo del pantalón y ladrando. Montó tal jaleo, que todos se dieron cuenta de la intención del inteligente perro.

Y así ocurrió, Fidel quería volver a su antigua vida y se lo permitieron, simplemente le dejaron marchar, Tamara y Ramón, ya habían superado su problema. Se despidieron de la criatura que se desvivió por ellos, y ya está, así de simple, cómo el que vende o regala un electrodoméstico que ya no quiere. Sin darse cuenta, ese desenlace se fue fraguando poco a poco, a medida que ya no le necesitaban y el egoísta gato consiguió ser el protagonista de la atención de sus dueños.

Así terminó una etapa en la vida, del Labrador campeón de Frisbee, sus para él, queridos dueños temporales, pronto lo olvidaron. No insistieron mucho en verle, ya tenían otras cosas en la cabeza. A Fidel no le importó, estaba orgulloso de haber ayudado a la familia de su dueño, de forma desinteresada, sin esperar nada a cambio, por el simple hecho de la satisfacción de haber realizado una buena obra.

Los buenos momentos en las competiciones volvieron, volvió a ganar, a ser feliz haciendo lo que adoraba y la tristeza pasó ya, a ser parte del pasado.

Eso sí, no olvidó, sin rencores pero sin olvido. Los humanos no devuelven toda la entrega y dedicación que reciben, no agradecen los favores recibidos, no valoran el tiempo y esfuerzo invertido en ellos. Que a pesar de ser, la especie dominante, no eran ni mucho menos, la mejor evolucionada...... ni de lejos.

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