jueves, 20 de octubre de 2016

IN MEMORIAM

IN MEMORIAM

Oyó una voz a lo lejos, que le hizo recordar, era una voz conocida. Se dio cuenta, que en realidad la estaba llamando a ella. Se giró y vio a su madre.
Hija, te he estado buscando, anda ven, que tengo que probarte un vestido que te he arreglado.

Hicieron varias pruebas y quedó perfecto. Era el vestido más bonito que recordaba, beige estampado con flores. Que bonito ha quedado mamá, muchas gracias, le dijo mientras sonreía y se miraba coqueta en el espejo.

Hacía años que no se veía tan guapa, tan joven y tan feliz.
Sin tener tiempo para pensar, su padre apareció en el umbral de la puerta. Hola chavales, hola reina mía, le susurró a su mujer mientras le daba un beso en los labios. Al instante se agachó, la cogió a ella y a su hermano y se apretaron los cuatro en un abrazo mientras se reían y unían sus frentes. Era su saludo preferido, el mejor momento del día, en el que podían estar los cuatro juntos y disfrutar de su mutua compañía.

De repente, ya no estaba en el salón de su casa con sus padres, aunque si se reconoció llevando su vestido estampado. Era medio día y al mirar a su lado vio a su abuela que la llevaba de la mano junto a su hermano por los jardines de Viveros. La abuela les miraba feliz y se la veía orgullosa de sus nietos. Venga vamos al kiosco y compramos alpiste para las palomas, dijo la señora alegremente.

De repente a sus pies, en el suelo de arena del parque de Viveros, en esa mañana soleada de domingo, se acercaron una decena de palomas que picoteando se iban comiendo el alpiste que les echaban.
A ella y a su hermano les divertía esa simple manera de pasar parte de la mañana, a la abuela también, aunque dedicaba más tiempo a mirar las caras de alegría e ilusión que ponían sus nietos, que a las palomas revolotear.

En ese momento despertó, fue un despertar dulce, cómo si todavía se notase cerca de sus seres queridos, en una época pasada llena de inocencia e ilusión, en la que su familia estaba al completo.

Ya no se sentía mal recordando a su querida familia, que antaño la llenaba con su sola presencia, ese tiempo pasó, como pasa todo en la vida y los años difumina.
El dolor se fue convirtiendo en melancolía y ahora ya era un agradable recuerdo. Los malos momentos, los sustituyó rememorando épocas felices de su niñez y adolescencia, cuando estaban todos y parecía que el tiempo no pasaba para nadie.

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